domingo, 6 de septiembre de 2009

"Arché" o la generosa inocencia (II)

... Ella pensaba que la maldad y la bondad batallaban sin tregua entre las oscilaciones de las manecillas y las entrañas de esos antiguos relojes que, como huérfanos exiliados en la oscuridad del olvido, se detienen y mueren silenciosamente para liberarnos de unas cadenas que pronto serán reemplazadas por otras nuevas. No se entiende verdaderamente la libertad sin marcas de grilletes; más que una conquista, se trata de una proyección que hace del antiguo esclavo deudo de sí mismo, decía. 
¿Por qué luchan los hombres?, se preguntaba; y entre la impaciencia de una respuesta en trámite de análisis y la incomodidad de una duda aún irresoluta, ella zanjaba con osadía que las gentes libraban hoy en sus corazones las guerras del mañana, para ser depositadas posterior e inexorablemente en forma de cadáveres insepultos por la ineludible realidad sobre la agreste pero hermosa tierra de los humanos. 
  

Y la victoria y la derrota sólo constituían las dos caras de la veleidosa moneda de la opinión del hombre sobre sí mismo, delgado hilo de pensamiento que alumbraba grandeza y miseria para una miríada de seres humanos, por la querencia de un grupo de hombres singulares iluminados por la ilusión de caminar a hombros de gigantes, supremo fuego sagrado del ego que algunos conocen con el nombre de “poder”...

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